Hace un tiempo, luego de jugar un partido de fútbol, me di cuenta de lo malo que pueden ser muchas cosas.
El trabajo en equipo es algo super importante: no vale la pena estar en
un equipo si el equipo no trabaja como equipo (sí sé que puse equipo
muchas veces, no me critiquen), valga la redundancia. Cada jugador no
puede ir por su cuenta, y además debe ser capaz de suplir las falencias
de los otros. De nada vale poder pasar a todos los jugadores del equipo
contrario si, al final, no podemos dar un pase y finiquitar.
Cuando
uno ve una falencia que no puede suplir, y lo dice, debe la otra
persona estar ahí y llenar el vacío, y cuando a uno le toca estar en el
otro lado, no puede quedarse parado a mirar (se pasaron varios goles,
porque dije que marcaran a uno y no lo hicieron, típico).
Se
debe aprender de los otros, ya que hay gente con más experiencia o
técnica, o táctica que uno. Tenemos que realmente ser humildes para
poder llegar a aprender y ser mejores, llegar más lejos.
Un líder, o una persona que toma un liderazgo, debe tomar responsabilidad de las decisiones que comunica a los demás
Por
último, no podemos ser flojos y quedados: correr hasta la última gota,
DAR EL FUAAAA!! como dirían algunos mexicanotes por ahí, y ponerse con
los pies donde deben estar. Ser dedicados a lo que se hace...
Como se pueden dar cuenta, lo escribí corto y preciso: en otros días
trataré los puntos con más detalle, y esto no solo aplica al fútbol,
sino que a la vida diaria: estamos constantemente trabajando en equipos,
ya sea para las alianzas del colegio, o en la empresa, e incluso la
familia es un equipo. Tenemos que aprender a que funcionen
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